Tras la revelación de espionajes, intervención de llamadas telefónicas y labores de contrainteligencia, se dio un revolcón que sacudió la estructura de mando de las fuerzas militares. Las víctimas del ilegal espionaje fueron miembros de la oposición, periodistas e incluso los propios funcionarios del gobierno Uribe.

Es bastante curioso este escándalo que pretendió ser aminorado con la destitución de los altos mandos del ejército. De seguro esta decisión no es más que una cortina de humo, que desvía la atención y protege a los verdaderos culpables.

Los realmente peculiar y preocupante es que el mismo señor Presidente de la república, Doctor Álvaro Uribe Vélez, utilizó el espionaje para amedrentar a la oposición. Es preciso recordar que tras el debate de la parapolítica en el congreso, el presidente Uribe en “defensa” afirmó que tenía grabaciones telefónicas que comprometían al Senador Gustavo Petro, promotor del debate. Definitivamente el pez muere por su boca.

Pero entonces porqué sin tener pruebas contundentes se remueve a la cúpula militar, mientas que el Presidente teniendo pleno conocimiento, e incluso, que usó a su favor las grabaciones de espionaje ilícito, no recibe ninguna censura.